¡Me he mudado! Redirigiendo...

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23 agosto 2006

Agitando al perro


Aparcabicis.



Vida cultural.



Niebla.



Signature Room.



La playa.


Más postales... ya os contaré los detalles otro día :)

22 agosto 2006

Único fuera


Chicago la nuit.


Llevo una semana sin poner nada, pero os aseguro que tendréis crónicas. La semana pasada me fui a un parque natural aleatorio a dar vueltas con la bici por caminos de cabras varios y volví tan molido que he estado toda la semana de recuperación. Y el Viernes pasado, cumpliendo mis amenazas, aparecí por Chicago para visitar a mi colega Jokin, que anda allí haciendo una estancia, y que ha sido un anfitrión excelente (¡te debo una, neng!). He llegado esta tarde hecho polvo, lo que es un buen signo de lo mucho que he exprimido el viaje. No voy a ponerme ahora a describir lo extraordinaria que es Chicago, una ciudad que rezuma vida por los cuatro costados; eso quedará para días posteriores. Pero para abrir boca, y como ya es tradición, os dejo unas cuantas postales para que os hagais una idea vosotros mismos. ¡Hasta pronto! :)



El Omphalos.



La playa artificial.



The Skydeck, a 412 m sobre el suelo.



Cloud Gate.



Vistas desde la playa.



Millenium Park.

11 agosto 2006

Pega el cuello fuera


De aquí al Tour... :P


Una actualización rápida para demostrar que sigo vivo. Tampoco es que haya tenido muchas novedades esta semana, más allá de que aún no me he estrellado con la bici; de hecho, llevo unos 60 km en estos tres días pasados, así que voy a volver hecho todo un corredor de clásicas :P Asombrosamente, no me exige un gran sacrificio el "circuito" de 20 km diarios que me hago últimamente. Supongo que el secreto es que tengo que coger la bici de todas formas para volver del curro, y, "ya que estoy", pues doy mis rodeos.


Esta va por Puri... :P


De paso, entre pedalada y pedalada voy asomando la cabeza por las estampas de la vida americana que pasan veloces ante mis ojos. En los días pasados, aparte de todo tipo de carreteras, he ido a dos malls de los que me quedaban a distancias apreciables, al Metro, a la entrada de un parque urbano, etc. Uno de los malls en particular me ha molado molto, es una especie de miniciudad con tiendas en vez de casas :P, todo muy mono ambientado. Además, entre las tiendas está una enorme librería Barnes&Noble (horrible tentación) y una tienda de ropa con la que voy a tener una interesante conversación antes de volverme (la ropa aquí es muy barata en comparación con los precios europeos). Me llevaré la cámara este finde y le haré fotos al conjunto (si no me sale otro plan mejor, que es posible ;))


...y esta también... ¡FELICIDADES por fin! :)


Ayer (esta entrada la tenía que haber puesto ayer, pero el cansancio me pudo ;)) fui a comprar, y aparte de un par de cosillas de máxima importancia, me di cuenta de que me repito mucho en las cenas que hago (fundamentalmente debido a un pequeño desliz que os contaré otro día, cuando os hable de la sociedad americana y el consumo) y decidí comprarme alguna cosa un poco más fuera de lo común. Así que adquirí una tarrina de queso feta (yum! yum!) y una lata pequeña de Spam (no el del correo :P... es una especie de chopped pork), entre otras frikadas... Y caí en la cuenta de que todavía no os había enseñado mi despensa...


Mis dominios en la nevera.


Realmente, mi terreno de almacenamiento en la cocina se reduce a una balda de un mueble (grande... pero una :P) y a dos en la nevera. El espacio en el congelador es escaso y hay que conquistarlo a base de duras incursiones. Aunque tampoco me caracterizo por la variedad, podeis ver algunas cosillas interesantes. Por ejemplo, como veis aquí eso de los zumos marca Dia no se llevan; el Minute Maid es de los más baratos, aunque es igualmente caro (un precio típico es cinco dólares el galón, donde un galón son 3,8 litros). Eso sí, la diferencia de calidad es notable con respecto a las humildes alternativas españolas. Supongo que sí habrá algún sitio que haga zumo cutre, pero ese no es mi supermercado :D Además de ello, el Diet Mountain Dew es un excelente invento: viene a ser agua, pero está rica y tiene un porrón de cafeína (como el doble que una Coke). La bebida de los campeones :D No os perdáis tampoco el yogur con los trocitos de cereales integrado (muy práctico), así como el Gatorade para mis tours...


La Alacena (Homenaje a Héroes del Silencio).


De la alacena, destacar el ramen (la palabra es típica de aquí, pero la pasta exacta también la hay allí; nada nuevo bajo el sol), los ravioli de lata (muy ricos), los blueberry muffins (especie de magdalenas) que se asoman por debajo de las Chips Ahoy (están buenísimos!!), los macaroni cheese (va por DarthIA y esa noche lejana en el tiempo en el que nos comimos unos a la salud de tu tío el de la base :P)... y sobre todo esa tímida bolsa marrón de aspecto inocente, que contiene Tortilla Chips, una especie de Doritos, pero en bueno y a granel. Teóricamente sólo saben a trigo, pero la verdad es que están riquísimas; son un auténtico vicio. De hecho, el día este de los caprichitos, me comí taquitos de Spam y queso feta entre chips, y, treinta segundos de microondas después, el queso estaba derretido... un gran resultado :)


Tortilla Chips Forever...


En fin, el sueño me puede. Un abrazo a todos; me alegra ver que la vida va yendo bien, que Rosa y Dr. Evil siguen vivos (el pie bien, y lo de la vidriera lo clavaste :D), que Sonámbula ya tiene toda la casa para soñar ella sola, que Puri seguramente hasta ahora (siete y media AM, hora española) no haya dormido de mirar por fin sus largamente merecidas llaves, que ansita se va pronto para Barna, que J me va a recibir con todos los honores (¡nos vemos pronto neng!), que mi familia (y algun@s amig@s de quienes hacía tiempo que no sabía) me deja comentarios en el blog... Por aquí, entre AFMs y contrarrelojes individuales, que sepais que no os olvido...


Y de remate... :)

07 agosto 2006

La manzana del ojo


¿Y ahora dónde vamos?


Hoy he bajado a DC a echarme unas risas. Como no se puede decir que me haya levantado muy temprano, y como dependo del transporte público para ir y venir, no he pasado mucho tiempo en la capital. Pero sí que he podido dar alguna vuelta que otra. Además, me ha servido de experiencia, porque llegar a Washington es una pequeña odisea...


El metro de Washington.


Los fines de semana, sólo hay un bus que me valga, que tengo que coger a un cuarto de hora de la casa, andando por aceras sin la menor sombra (y hoy hacía un calor HORRIBLE). El bus pasa cada media hora (de modo que si lo pierdes estás jeringao) y tarda 25 minutos en llevarte a una estación de Metro de las más periféricas del mundo. Luego coges allí la línea roja (15 o 20 minutos de frecuencia de paso) y en 35 minutos estás en el centro de la ciudad.


Washington Monument.


Desgraciadamente, como las frecuencias son las que son y el último bus de vuelta sale a las ocho, tampoco puede uno quedarse hasta muy tarde en DC. Sobre todo si, como es mi caso, consigues que se te vaya en las narices el metro a la ida (16 minutos de espera) y a la vuelta (20 minutos, mas otros 25 esperando al bus que también hacía poco que se había ido cuando llegué). Ya he dicho en más de una ocasión que esto está hecho para los coches...


El piloto más carismático de un Sopwith Camel...


En DC, la actividad del día ha sido el Smithsonian Air & Space Museum. Los museos Smithsonian son todo un enigma. Son increíblemente grandes y están montados de manera sublime. Y encima hay 16: de Arte Moderno, de Historia Natural, de Historia Americana, de Arte e Industria,... y luego un zoológico y algunas frikadas más. Y encima de las encimas son gratis (al menos casi todos). Es lo típico que uno no se espera que exista hasta que llega al Imperio.


Para los muy frikis y/o físicos: ¿Qué representa esta vidriera? (¡Sí, es eso!)


Además de todos los ademases, los museos Smithsonian tienen una codiciada característica: Aire Acondicionado (tm), que no veais si era necesario hoy en plena canícula. De hecho, mi primera parada ha sido Union Station (que según la guía que tengo tiene unas maravillosas vistas; por dentro no es fea, pero de ahí a decir que las vistas son maravillosas... habría que llevar al redactor al Mirador de San Nicolás y que compare), con la idea de caminar hacia el Mall, pero tras varios segundos en el sol he decidido que mejor iba las tres paradas en Metro...


Union Station.


Por supuesto, una vez en el Metro he vuelto a perderlo por un suspiro y he estado diez minutos esperando para seis de viaje; cosas que pasan. Tras comer un frugal perrito caliente (cobrado a precio de oro, como no podía ser menos), he entrado en el mitológico museo. La primera impresión es que es GRANDE. "Sólo" tiene dos plantas, pero es probablemente de los más amplios en cuanto a extensión. Para contribuir a la impresión, buena parte de la segunda planta no tiene suelo, sino que simplemente forma una especie de enormes bóvedas en las que hay, colgados o anclados, todo tipo de aviones, satélites, cohetes espaciales, el módulo lunar de los Apolo, SpaceShipOne, etc.


Un pequeño paso para el hombre...


El Air & Space Museum, como buen Smithsonian, no sólo está lleno de todo tipo de interesantes cachivaches. También tiene una ambientación muy cuidada, incluyendo unos elaborados atrezzos y montajes audiovisuales. Por ejemplo, una de las exhibiciones iba sobre el papel de la aviación en la Gran Guerra, y además de todo tipo de vidrieras, señales en plan Metro de Londres, etc. tenía un pequeño cine (con su puerta, ventanilla de tickets...) en el que se proyectaba un vídeo de unos diez minutos acerca de las primeras películas de Hollywood sobre la aviación (por cierto, que entre los actores que habían sido estrellas, aparecía nada más y nada menos que el gran Errol Flynn).


Los bombardeos de Londres.


Así me he pateado el museo casi entero, lo que tiene un cierto mérito, porque como ya he dicho cuatro veces es enorme. Eso sí, no he entrado ni en el planetario ni en el cine IMAX, porque no me sobraba el tiempo y porque (en este último caso, especialmente) las colas llegaban hasta la puerta. Pero para poner en perspectiva lo que es la Smithsonian Institution en este país, los fondos expuestos no llegan al 10% (!) de lo que tienen. No hace mucho han abierto un hangar increíblemente grande en el que tienen un montón más de cosas, especialmente naves demasiado voluminosas para el edificio del Mall; entre ellas, nada más y nada menos que la Space Shuttle Enterprise, un Concorde, el Enola Gay y unos cuantos aviones más. Casi ná. Tendré que ir otro día de estos, aunque es un paseíto curioso (está en Dulles, el aeropuerto al que llegué).


World War II Memorial.


Después de los museos, he dado una vuelta por el entorno del Mall por aquello de hacer turismo. No he podido perderme mucho porque tenía que ir pensando en volverme, y las estaciones de Metro no me quedaban muy cerca. Pero he podido ver bastantes cosillas, unas más de cerca que otras: el Castillo Smithsonian (para variar), el Capitolio, el Reflecting Pool, el Memorial de la II Guerra Mundial, la Casa Blanca, etc. etc. Aquí os he dejado algunas postales de mi día; ya os pondré más. De momento, a dormir. ¡Hasta pronto!


Reflecting Pool.

05 agosto 2006

Llámalo un día


Las compras del día.


Hoy la casualidad, que tantas veces se ha partido de risa a mi costa (*ejem* *ejem* pinchazos, *ejem* *ejem* shuttles...), se ha puesto de mi parte. Me explico. Hoy, por una rara combinación climatológica, ha hecho un día sorprendentemente fresco para lo que han sido los días anteriores, de modo que, al salir del trabajo, he decidido acercarme a Gaithersburg Square, un pequeño mall situado no muy lejos de NIST en el que hay una librería Borders. Borders tiene un programa de fidelización que viene a ser un poco como el del Día: te das de alta de forma gratuita (te dan hasta la tarjeta llavero y todo) y te hacen ofertas especiales por ser parte de él. Me di de alta prácticamente el primer día que llegué y el resultado neto es que evito ir a la librería porque siempre me acabo gastando una pasta con la excusa de las ofertas. Bueno, pues tenía un bono para un nada despreciable 30% de descuento en un artículo, de modo que iba con la intención de concederme un capricho. Un capricho que al final han sido cuatro: aparte del artículo descontado (una guía de viajes por Europa, algo que tenía ganas de tener y en la que el 30% representa algo así como siete dólares de ahorro; ¡espero sinceramente darle uso!) me he comprado un libro de oferta sobre mitología, un mapa de Chicago (preparación para el viaje :D) y un libro del que me acordé el otro día, que había sido incapaz de encontrar en España pero que me moría de ganas por tener: Save Karyn.


...Y algunas de las de días pasados.


Total, que 40 dólares después salgo de Gaithersburg Square y, como hacía buena tarde, decido dar una vuelta en lugar de volver directamente a casa. Mi plan consistía en pegarme algo así como 8 o 9 km de rodeo, por una de las carreteras grandes de la zona (Clopper Road), que rodea un parque enorme al que le haré una visita antes de irme; Clopper, al final, se acaba cruzando con Great Seneca, carretera que pasa por el lado de mi casa. (Desde el citado cruce hasta mi casa había un caminito igualmente, pero me sentía con ánimo). Bueno, pues cuando venía bajando por Quince Orchard (al lado de NIST), justo antes de llegar al cruce con Clopper en el que empezar la ruta programada, había otro cruce con una carretera enorme. Como me cansé de esperar a que el semáforo se pusiera en verde, decido meterme por una calle que tenía justo al lado, que según creía salía a la misma carretera. En ese camino adelanto a un chaval que andaba tranquilamente por la acera, y cuando le sobrepaso escucho a mi espalda "Oye, muchacho..."


Lakelands.


Resultó que el chaval era Jose, un amigo de Juanjo ---mi mayor contacto con la mafia española en NIST--- al que conocí de casualidad el otro día, en una excitante reunión a la que nos convocaron para enseñarnos cómo se hace la declaración de la renta en Estados Unidos. Jose vive ahora con Mauro, el compañero de Juanjo hasta hace bastante poco (Juanjo se ha tenido que buscar una casa en plan de urgencia, porque teóricamente debería llevar ya dos semanas en España... pero al final le dieron un mes más de extensión a última hora). Total, que me comenta que tienen allí una fiestecita montada. Yo la verdad es que estaba un poco reluctante a ir porque iba en plan super guarro, con mi casco de Gucci y mis guantes de montar de Prada, por no hablar de la elegante camiseta de algodón sudada de Emidio Tucci... Pero al final me animé y he pasado un buen rato entre amigos, probando el vodka autóctono polaco y encima comiendo de balde. Y conociendo a gente, que era de las tareas pendientes en USA. Son un grupo muy heterogéneo, pero tienen en común el ser gente joven y simpática. Ya les he pedido que cuenten conmigo para la próxima movida que monten... Todo por meterme por una calle secundaria con tal de no esperar a un semáforo para llegar a una avenida por la que dar un rodeo de diez kilómetros que a nadie en su sano juicio se le hubiera apetecido en aquel momento. Sorpresas te da la vida...


Para Bibi con amor :P


Feliz y alegre (esto último no sólo por el vodka :P) he vuelto a casa a eso de las diez de la noche. Mañana, desde luego, no voy a levantarme temprano salvo incendio de medio condado, pero si el día está como hoy se puede plantear el salir a dar una vuelta en bici a algún sitio del entorno. Lo cierto es que hoy me he hecho más de 15 km y me he quedado con ganas de más (todo es que el camino no tenga muchas cuestas :P), y además el pie ha mejorado notablemente, de modo que ya tengo el gusanillo viajero a pleno rendimiento. Como quizá hayais visto sagazmente en la foto anterior, tengo un mapa de vías ciclistas en algo así como 50 km a la redonda desde Washington, así que, si hay piernas, sitios no me van a faltar. O igual me reservo para bajar el domingo hasta DC (lógicamente no todo en bici... xD la estación de Metro está a una distancia abarcable en bicicleta, y la puedo dejar aparcada en la estación o montarla en el tren). Ya os contaré...


Apenas a un palmo...

04 agosto 2006

Vigoroso como una margarita


Junto a Lake Erie.


Dejábamos a nuestro héroe (?) bajo una explosión de luz y color, extático ante la brillante victoria de los Cleveland Indians y el concurso aquel de hacedores de pizzas cutres. El siguiente paso lógico era, como no se les escapará a mis sagaces lectores, cenar algo; el problema es que la hora era bastante tardía para los estándares americanos, ya que el partido empezó a las siete de la tarde y el béisbol es de todo menos corto (salimos de allí a las diez y algo). Así que salimos con intención de comernos la noche... o por lo menos algo que la noche quisiera darnos :P


Downtown visto justo desde al lado de la USS Mather.


Y menos mal que no nos comimos lo primero que vimos... Me explico. Tras el partido, nos encaminamos a una zona de la ciudad conocida como los Flats, anteriormente parte del puerto y que Julián recordaba como un sitio lleno de vida y de bares con encanto. Pues llegamos a los citados Flats y aquello parecía Kosovo. Todo oscuro, con un montón de sitios cerrados y con avejentados carteles... por no hablar de los que estaban abiertos, que se reducían a un pub con una pinta horrorosa, otro con unas sospechosas luces rojas y un tercero que tenía toda la pinta de ser una discoteca gay. Ante lo poco variado del menú, salimos de allí en cuanto pudimos y cruzamos al otro lado del río, que sí tenía algunos sitios más decentes, y nos comimos una riquísima late-night pizza ;) Por cierto que Julián no mentía: según la historia del sitio, todo se fue a la porra de repente en 2000...


The Flats (la parte buena ;))


Total, que una vez habíamos sobrevivido a los East Flats y llenado la panza en el West Bank, nos dirigimos a casa de la familia política de Julián. Viven en Brunswick, en una zona residencial típicamente americana, situada como a una hora en coche. Conocí también a Ray y Francine, los padres de Debbie ---mujer de Julián---, personas encantadoras donde los haya y con los que estoy en deuda por su hospitalidad. Era ya tarde, así que no hice mucho más que acostarme y dormirme.


¡Música, maestro!


Por cierto, que dije que había tenido algunas experiencias negativas, y para ser exactos son dos: la shuttle de vuelta (como siempre) y la primera noche. No porque nada de la casa estuviese mal (al contrario), sino porque al quitarme los zapatos me empezó a doler la parte externa del pie izquierdo una barbaridad. Supongo que debía haber estado todo el día apoyando mal el pie. El caso es que al día siguiente estaba como el doctor House, y que en este momento todavía me duele, aunque poco a poco se me va mitigando. Menos mal que cuando voy en la bici no me duele, aunque lo de la bici sigue siendo de Expediente X... ;)


Sauron te vigila... y preferiría que no fueras en bici :P


Al día siguiente, tras una ducha y un desayuno típicamente americano (qué ricos los dulces...) nos volvimos a Cleveland, pero en vez de dar paseítos por la ciudad ---lo que, con el calor que hacía, nos podía haber reportado una insolación de caballo--- fuimos a tiro hecho. La primera parada fue el Museo de la Ciencia, y de verdad que es muy espectacular. Como museo realmente no tiene demasiado, en el sentido de que no le sobran los cachivaches antiguos, pero a cambio tiene un montón de montajes y de cosas que manosear, tocar y experimentar. Y no es precisamente pequeño: tiene cuatro plantas llenas de experiencias por descubrir.


The Matrix has you...


Disfrutamos como enanos dando vueltas por el museo, tocando instrumentos musicales, jugando con cuerdas y cadenas, levantando un coche sin apenas esfuerzo, observando tornados, dunas, relámpagos y ríos de bolsillo, ... y, para rematar, nos metimos en otra de las atracciones del edificio: un cine IMAX, donde vimos una película sobre la antigua Grecia que consiguió convencerme de que cuando sea rico me iré a hacer un crucero a Santorini.


USS Mather.


La siguiente parada en el recorrido fue el enorme barco carguero que se encontraba justo enfrente del puerto, la USS Mather, de doscientos metros de largo. La nave se utilizaba, en su época ---desde los años 20 hasta los 70, prácticamente--- para llevar mineral a Cleveland desde los yacimientos del Norte, atravesando los Grandes Lagos. Catorce mil toneladas, en condiciones óptimas, podían ser trasladadas a velocidades que rozaban los 60 km/h (una burrada en términos náuticos) para ser procesadas en la ciudad madre.


Y ese bar-co vele-ro carga-do de sue-ños cruzó la bahí-aaaa..


Una de las notas más curiosas del museo se refería a la II Guerra Mundial: para apoyar a la producción de armas, se necesitaba desesperadamente el mineral de hierro durante un crudo invierno, por lo que la flota carguera de Cleveland, con la USS Mather (a la sazón buque insignia) a la cabeza, hicieron el recorrido por detrás de un rompehielos cuando apenas había pasado la mitad de la estación. Era la fecha más temprana en la que un buque de ese tamaño había atravesado los Grandes Lagos en invierno. (Y no es ninguna tontería: por lo visto, hay gente sin nada mejor que hacer que conduce algunos inviernos hasta Canadá con un todoterreno, por encima de la capa de hielo de los Grandes Lagos...) Al año siguiente, la USS Mather volvería a batir su propio récord.


¡A toda máquina!


El barco está bien preparado como museo. Se puede visitar casi todo: habitaciones de la tripulación, de los oficiales, comedores, miradores, salas de invitados (cabían hasta diez, y os aseguro que iban bien), la cocina, cabina de mando, la impresionante maquinaria... Y por supuesto patearse la cubierta, porque se entra por una parte del barco y se sale por el otro extremo. Una visita muy interesante.


Un camarote de invitados.


A estas alturas ya eran las cinco de la tarde y teníamos un hambre notable, así que Julián volvió a sacar sus dotes de guía. Regresamos al coche arrastrándonos (vaya un calor más horroroso) y me llevó a través de la Universidad, primero la de Cleveland, y luego la de Case Western Reserve (Cleveland era originalmente parte de una vasta extensión de tierra casi inexplorada que se dejaba para los indios, la Reserva del Oeste), en la que él estuvo de postdoc y que tiene una arquitectura chulísima. De camino, me iba contando historias sobre la evolución urbanística de los sitios por los que pasábamos. Así me entretuvo hasta llegar a nuestro destino: Little Italy, un barrio (sorpresa, sorpresa) de italianos e italoamericanos, donde saciamos nuestro apetito en una curiosa pizzería, charlando sobre lo divino y lo humano (demolición de Sevilla 2 ya :D)


Little Italy.


Tras la pizza, nos encaminamos de vuelta a Brunswick. La tarde la pasé charlando con los habitantes de la casa, y me voy a permitir repetirme y decir de nuevo que son gente encantadora, tanto los padres de Debbie, como la misma Debbie, como Julián, como los hijos de Julián (Gloria y Julián Jr.)... hasta el gato :D Después de jugar un buen rato con Gloria al Husker Du ---juego en el que tengo que reconocer que la niña me pegó una cantidad de palizas seguidas bastante notable--- y de probar la mitológica Root Beer, acabamos la noche viendo la (entretenida) peli Bajo el Sol de la Toscana, en versión original inglés-italiano-polaco...


Faro en lontananza en los Grandes Lagos...


Ya quedaba poco que hacer en Cleveland, pero el destino todavía me reservaba algunas aventurillas por vivir. Al día siguiente, me acerqué a ayudar a Julián en su elección de una cámara digital y, de paso, nos dimos un garbeo por la plaza central de Medina, pueblecito typical american que parece sacado de una película de época. A la vuelta, nos estaba esperando una suculenta comida americana: maíz dulce en mazorcas, judías verdes, arroz, ensalada con aguacate, Sloppy Joe (existe de verdad y está buenísimo, es carne con tomate muy sazonada), gambas... y de postre tarta de queso con mermelada. Vamos, que no me puedo quejar :)


Medina.


Después de un vuelo de vuelta sin más eventos, llegamos a la segunda experiencia negativa, aunque en realidad resultó más curiosa que irritante. Aterrizo en Baltimore y espero a mi shuttle en el sofocante calor de la puerta de la terminal de llegadas. Por suerte, llega sólo diez minutos después. Recoge a otra pareja de indios que venían a un congreso y nos ponemos en camino. Pero lo bueno viene ahora: a las pocas millas del aeropuerto, empieza a oírse un extraño ruido procedente de la rueda delantera derecha... y resulta que la furgoneta se estaba quedando sin frenos a pasos agigantados. Y cada par de minutos, sonaba algo similar a una tuerca que se soltara, pegase contra la llanta y se perdiese en el infinito...


Poste de luz en Little Italy... no comments...


Por resumir un poco la aventura, después de varias llamadas telefónicas (por cierto que en inglés no lo ponía tan explícitamente, pero como el tipo era salvadoreño hizo algunas llamadas en español, y se explayó a gusto... "esta van no funciona, voy sin frenos para nada, qué fregada, capaz y que nos bote aquí"...) resultó que no había ninguna fragoneta ni cundustó libre en todo el condado, de modo que el tipo nos lleva (pisando huevos, of course) a su casa para acercarnos a nuestros destinos en ¡su coche particular! Pero eso no es todo: nos quedamos esperándole en la shuttle, aparece con su coche a los cinco minutos, nos cambiamos... y cuando el tipo mete de nuevo la llave de contacto en su coche... ¡la llave no gira! (la MISMA llave que usó para acercar el coche a la shuttle, se entiende). Tras cinco minutos de pánico consigue girarla, y llego, dos horas después, a mi casa. La aventura de siempre...


¡Zoi er rei der mundoooooooooooooooo!


Con esto concluye la foto-narración de mi fin de semana pasado (qué pechá de procesar fotos...). Hoy he salido un poco antes del curro para ver si puedo dormir un poquillo más, pero de todas formas el Sábado voy a vengarme por toda esta semana de bostezos. Por cierto, ya tengo billetes para Chicago (del 18 al 21), así que os garantizo otra crónica. Mañana (o el Sábado, tampoco voy a comprometerme) tendréis más cosas; igual os hablo de lo de la conciencia de país (con la letra del himno no vale, aunque de todas formas, para el caso español, mejor que el titotito está aquella de "...porque su mujé lo lava con Arié" xDDD) o de lo mucho que me quiere mi bicicleta... ¡Un abrazo a todos!


¡Hasta la próxima, Grandes Lagos!