¡Me he mudado! Redirigiendo...

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03 agosto 2006

Un carnaval de órdenes


There's not much I can say, you're in Cleveland today...


¡Ea! Mes nuevo, idea para los títulos de los posts nueva :P, y, si el sueño me lo permite (qué larga se me está haciendo esta semana...) energías disponibles para contaros un poco como ha sido mi reciente visita a Cleveland, así como mis últimas anécdotas, que las tengo, y bastantes... De entrada este report no ha nacido en las mejores circunstancias porque por motivos un tanto estúpidos he perdido bastante del texto que tenía ya escrito (cosas mías), pero bueno, a ver si a la segunda va la vencida...

Un centro comercial aleatorio :P


Al final, el tipo de la shuttle apareció un cuarto de hora antes de lo que debía, de modo que a las siete de la mañana (no olvidemos que me acosté a las tres y media entre el maldito artículo y la maleta) ya iba yo de camino al aeropuerto de Baltimore. Aprovecho para decir que vaya casualidad que todos los vuelos que cojo últimamente salgan del susodicho aeropuerto. Geográficamente, estoy como a en el centro de un triángulo formado por los tres aeropuertos que sirven a Washington DC: Reagan, en el propio DC; Dulles, en Virginia; y Baltimore, en Maryland. Bueno, pues para llegar a Baltimore tengo que llegar hasta las cercanías de Washington, entrar en el Beltway (la SE-30 de DC, para entendernos) y volver a subir. De modo que el tiempo de viaje es como de media hora extra. El viaje no tuvo muchos eventos, salvo que en Cincinatti son tela de listos: la terminal tiene, en teoría, como 90 puertas (yo salía de la 71), pero resulta que en realidad son dos salas chiquitujas con 10 puertas o así cada una y el número se va asignando dinámicamente. Un buen negocio el de las puertas virtuales, sí señor. Una vez en Cleveland, Julián me vino a recoger muy amablemente y allá que nos fuimos a patearnos la city.

Keybank Tower, o algo así...


Cleveland es una ciudad americana típica, con su downtown lleno de rascacielos ---más modestos que los de Nueva York, desde luego, pero imponen igual cuando uno está debajo--- y, desgraciadamente, con una "zona de exclusión" a su alrededor en la que nadie vive. (Por cierto, ansita, no hay una altura fija para decir "esto es un rascacielos", pero más o menos se usan los 150 m como guía). Lo que es una locura en la rush hour se vuelve calma chicha fuera del horario de oficina. También tiene como característica el estar situada justo al norte de uno de los Grandes Lagos, cualidad curiosamente compartida por Rochester (donde ya he ido) y Chicago (donde planeo ir en breve). Y os puedo asegurar que lo de "Grandes" pocas veces ha estado mejor aplicado que aquí. Cuando uno está delante del Lago Erie lo único que llena el horizonte es el agua, y resulta difícil no tener la impresión de estar ante el mar en lugar de ante la novena parte del agua dulce de todo el planeta.

Lake Erie.


Según mi anfitrión, Cleveland ha emprendido, de 10 a 15 años para acá, un intenso proceso de regeneración de su orilla urbana. Y doy fe de que se nota: en el entorno del "paseo lacustre", no sólo se puede disfrutar de una vista espléndida del skyline de la ciudad, sino que también se encuentran a mano el Museo del Rock and Roll ---tributo a una de las músicas más genuinamente estadounidenses por parte de la ciudad que le vio nacer---, un magníficamente montado Museo de la Ciencia, el estadio de fútbol del equipo local (Cleveland Browns, me parece), y, para rematar la faena, un submarino de la II Guerra Mundial y un barco carguero de 200 m de largo, ambos habilitados como museo.

El Rock'n'Roll Museum.

Una vez en la ciudad, Julián me llevó a dar una vuelta por la parte más típica. Entramos en un suntuoso centro comercial y, tras curiosear un poco, salimos al centro neurálgico de la ciudad, Public Square. En la plaza se concentran varios rascacielos (uno de ellos "pegado" al centro comercial, por cierto), así como una estatua del fundador de la ciudad y otra que parecía un poco una matadora de toros. La siguiente parada en el paseo fue otro complejo de unos cuantos rascacielos, anexo a los cuales había ---adivinadlo--- un nuevo centro comercial. Llamado Galleria, según Julián es el más bonito de la ciudad, y creo que no le falta razón, sobre todo por el techo, una auténtica obra de arte arquitectónico: una suerte de cúpula de vidrios, estilo al Pabellón del Vaticano, que llena el centro con la luz del día.

Liberty, en plan Espartaco.


A esas alturas ya estábamos un tanto muertos de hambre, de modo que comimos en el mismo Galleria por un precio sorprendentemente módico. Tuve la ocasión de probar una hamburguesa americana de las buenas (conste que es la segunda que me tomo en todo el viaje, y se podría argumentar que la primera no merece ser contada...) y lo cierto es que... están muy ricas ;) A continuación nos dirigimos por fin a la orilla del lago, donde pude asombrarme de todo lo que os he adelantado antes, curiosear un poco la parte pública de los museos, y perder el par de horas que teníamos todavía libres antes del evento de la tarde: el partido de béisbol de los Cleveland Indians.

Galleria.


Anteayer Sara me preguntaba por aquello de los topicazos americanos, y os puedo asegurar que en el béisbol están por todas partes. Es un espectáculo verdaderamente de masas. El campo, enorme, estaba bastante lleno, se cantó el himno al principio (que envidia de país... sobre esto ya os escribiré otro día...), había todo tipo de vendedores ambulantes, en una de las gradas había un mogollón de gente de una hermandad (sí, de esas de Pi-Delta-Gamma), entre inning e inning (en el béisbol hay como 9 tiempos llamados innings, y a la mitad y al final de cada uno hay un descanso de cinco minutos o así) había alguna americanada (sorteos, entrevistas a gente de la grada, presentaciones...), durante el séptimo inning se llevó a cabo el tradicional Seventh Inning Stretch y el público cantó Take Me Out to the Ball Game, después del partido hubo un concurso consistente en que dos afortunados tenían que ponerse a hacer pizzas (el ganador se llevaba pizza gratis durante un año...) y para rematar la faena, al final del partido (que ganaron los Indians, ¡viva!) hubo una exhibición de fuegos artificiales...

Teeeeik mi aut tu de booooooool gueeeeeeeeeeim, ...


Por hoy creo que ya está bien... he tenido un día agotador, y además así me quedan cosas que contaros para próximas ocasiones. En breve mi aventura nocturna y los otros dos días del viaje, y alguna otra cosilla. ¡Hasta pronto!

¡Victoria!

3 Comentarios:

Blogger Unknown said...

si, estos americanos tienen mas conciencia de patria que nadie, y eso que son multiculturales y multiraciales. Supongo que por eso, mas que nada.

Que chulo todo, yo quiero, yo quiero, yo quiero!!!!! A ver si uno que yo me se me saca de pobre y nos vamos pa alli el año que viene ;) Fuera de bromas, VOY A AHORRAR PARA IR A LOS USA! quiero ver las americanadas!

08:38  
Blogger DarthIA said...

(modo longui on)

¿No te compraste una gorra de beisbol? Sería lo último ya... o un dedo gigante de esos xD

Descansa tio, y no se te olvide el camino de vuelta. ¿qué es eso de envidia de pais? ?Quien ha dicho que no tenemos letra en el himno?

tiito tiiito tatitotitotito titotiiitotiii tatitotitotiiiii

xDD

09:57  
Anonymous Anónimo said...

Creo que tendrías que recopilar todas tus aventuras americanas y editar un libro. "CP IN THE USA", aunque tiene dos abreviaturas y no es muy conveniente. Bueno, le pones el título que quieras, no voy a venir yo con tecnicismos periodísticos.

BUENA SUERTE y sigue de aventurero!!!

14:38  

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