¡Me he mudado! Redirigiendo...

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18 septiembre 2007

Reboot

Es necesario un cambio. Una vuelta, un replanteamiento. Un regreso a aquello de escribir, de colgar cosas por el propósito, puramente egoísta, de que los demás las vean y las lean. Es necesario un viaje.

Es necesario ir en el 41 hasta Puerta Jerez, o, estirando un poquito la parada, llegar, también en autobús, desde Londres hasta Sydney. O armarse con música de carretera y hacerse las polvorientas y abandonadas calzadas de la Ruta Madre. Hay que ir a Grenoble durante una temporada, con escala en París si hace falta (y si no se va, mandar al menos un abrazo). Hay que ir allí donde la tele sea inteligente y una nueva ciudad te espere, sea en Sanlúcar o en Berlín.

Hay que ir. Pero yo ya he ido.

He estado. He estado rodeado por el agua, a un brazo de distancia. Perdido en la íntima intensidad verde de una isla, cruzándola de lado a lado en un abrir y cerrar de ojos. He visto un faro al borde del abismo y una playa sacada de una película de piratas ingleses. He bebido en una cueva y comido delante del mar. Y he visto el techo de bambú de una terminal de aeropuerto que me atrapó traicionera una noche más de la cuenta.



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He visto una ciudad con cuerpo de tablero de ajedrez y alma de marinero burlón y generoso. He visto una catedral del mar que no es una catedral, un parque que afortunadamente no llegó a ser un barrio y unos relojes que se torcían como los tubos de Diagonal Mar. La he visto derramar luz en camaleónicos torbellinos a los pies de una imposible gota de agua, y también la he visto asfixiada por la oscuridad, herida, consciente de su propia fragilidad: se puede matar una ballena tapando el pequeño agujero por el que respira.



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Y he empujado mis pies hasta una arena que habla de corrales y de antiguos aparejos de pesca, hasta un paseo que iba del moscatel hasta las palmeras. He visto arder el cielo por tres veces: dos por culpa del sol que se ocultaba, desangrándose en chorros, manando en borbotones hacia el mar; y una en plena noche, con ráfagas de luz que iban desde la confusa excusa del santuario hasta la niñez más secreta de cada uno de nosotros.



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Yo ya he ido. Y no una vez ni dos. Tres, tres veces he ido. Pero no es suficiente. Hay que ir, da igual donde; ir es la excusa y la energía; quien va no tiene que temer que la noche le alcance ni que el día le abrase. Quedarse demasiado corre el riesgo de confundirse con la muerte; ir es el privilegio de los vivos. Y yo quiero estar vivo.

¿Vienes?

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4 Comentarios:

Blogger Unknown said...

ohhhhhh, echaba de menos un post tuyo, me he abierto todas las galerias de fotos que has puesto para verlas con detenimiento! Gracias por volver y hacernos disfrutar con tus posts

09:37  
Blogger ansita said...

Te seguiré aún cuando el camino
hiera mis pies descalzos
Te seguiré aún cuando las sombras
cobijen el rostro de la calma
Yo te seguiré lamiendo el paso
de tus huellas,cada instante
bebiéndome el cielo para luego
dormir en él.

¿vienes?

es de mi primo, pero me encanta

10:31  
Anonymous Anónimo said...

"(Bernard) Quirion tenía una beca en el centro de investigaciones de Saclay y estaba deseando ir a Grenoble para trabajar en difracción de neutrones" [Y consiguió ir al final; hoy tiene una empresa de detergentes en Montreal]

(de "La pasión de Javier H", ed.Atlantis, 2006, novela seleccionada para optar al Premio Rómulo Gallegos 2007)

02:04  
Blogger Torchondo said...

Hombre! has vuelto! y con un pedazo de entrada!

Bienvenido, y nos seguimos leyendo (o viendo)

19:05  

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